Vestir santos... (desvestir demonios)

Vestir santos... (desvestir demonios)
Horacio, Santiago y Alan Carranza (by Rubén Gauna)

jueves, 30 de junio de 2011

Madonna - Secret Official Music Video HD

Secreto

Volver a la casita de los viejos, dice el tango. Cuando uno se va, sabe que volver es como fracasar. En mi caso doble. Amo a Mercedes, pero esto que me pasa tampoco puedo negarlo. Lo mejor por ahora es estar acá, solo. Distancia. Necesito encontrar quién carajos soy en realidad. Y aunque el Viejo ya no esté, me parece el mejor lugar para encontrar esas respuestas que ahora no tengo. Santiago Carranza. Verdad o consecuecia. Puta madre...


Cuando entré y lo ví a Santi ordenando sus cosas en el que siempre fue nuestro cuarto de chicos fue bravo. Sé que no estaba bien y supongo que nada de esto le debe ser fácil. Nos dimos un abrazo, quizá más fuerte que del día del sepelio de papá. Lo noté muy bajoneado. Traté de sacerle algo pero me dijo que prefería esperar a Alan. Quería contarnos a los dos algo que sólo nosotros podíamos ayudarlo. Le pregunté si quería un café mientras esperábamos y me dijo que sí, dale Horacio, vendría bien.
Cuando fui a la cocina, todo ma cayó encima. Los recuerdos alrededor de esa mesa. Me quedé un minuto inmóvil. Como perdido. Un shock. Un nudo en la garganta. Como pude busqué en la alacena el café, el filtro, y puse la cafetera a funcionar.
En un rato algo fuerte se venía. Siempre que Santi siente cosas fuertes las siento yo también, como si fuéramos gemelos.


Horacio. Santi. Que lindo verlos acá. ¿Y Santi, me vas a contar lo que te pasa? Soy tu Padre te puedo ayudar, sabés que siempre estoy.
Pero qué boludo, sino me escucha. ¿Mamá cómo se hace esto? Vos estabas ahí muchas veces cuando las cosas me iban mal. Lo sentía. ¿Ellos sentirán, que esoy acá?


Entrando en la cocina, con el olorcito del café que se va haciendo, Santi me pregunta si siento frío. Bah, que él siente como escalofríos. Me miró serio. A mí me pasa muy seguido desde lo del Viejo, le dije. Será… Y se hizo un silencio. Nos miramos fijo. Como que los dos pensábamos lo mismo. El Viejo. Santi soñaba mucho con Él me contó. Yo no. Pero sentía que por momentos alguien me obserbava. Me daba vueltas en la calle y todo, para chequear. Obvio, nadie me miraba. ¿Me estaba volviendo paranoico?


La llave. Siempre acá. No me dejaron afuera como otras veces estos turros. Alan, el raro, el freak, el picotudo. Siempre me jodían con eso. No es mi culpa tener plata y ellos no.
¿Olor a café? En la cocina seguro, como siempre. Era el lugar preferido de todos. Y el sillón del Viejo, de sólo Él, el que está en el living y nos quedábamos hasta tarde viendo alguna peli que nos alquilaba en el videoclub de la esquina, todos encimados. La de veces que nos peleábamaos por usarlo, aún estando el grande al lado. Pero era ese sillón. Ahí estaba. Solo. Vacío.
Como mi estómago. No había comido nada en todo el día casi. Apenas desayuné unas tostadas. Mamá me dijo que estaba preocupada porque no comía nada estos días.
Está un poco hincha huevos. Carlos no sabe cómo manejarla. Está raro todo en casa estos días. Como que esas heridas que parecía habían quedado cerradas, se abrieron otra vez. La culpa. Eso tienen. Y al que joden es a mí, como siempre. Me tienen harto
los dos. Creo que le voy a decir a Santi que me vengo acá un tiempo con él. Despúes veré en comprarme algo en Puerto Madero. Pero el clima de casa es insoportable. Me asfixia.


¿Cómo que te asfixia? Alan tu madre está preocupada y Carlos hace lo que puede. No la dejes sola ahora. Alan, escuchame… carajo. Para qué sigo hablando. Parezco un loco. Todo esto es loco. Eugenio, no estas en el Purgatorio ni ocho cuartos. Un loquero. Eso es donde estás.



Alan (asomándose por la puerta de la cocina): -Hola. Perdón por la tardanza. Panamericana estaba insoportable. Como siempre. ¿Quedó café?

Santiago (mirandolo sorprendido, como tratando de descubrir algo): -Sentáte, todavía le falta un toque, recién lo puso Horacio. ¿Cómo estás? ¿Eugenia? ¿Carlos?

Horacio (le lanza una mirada de desaprobación a Santiago por la pregunta): -No empieces Santi, por favor, dejalo tranquilo.

Santiago (sorprendido): –Sino dije nada malo. Solo pregunté, ¿no puedo preguntar acaso?

Alan (son gesto sobrador): –Dejá, sabés cómo es…

Santiago (levantando la voz): -¿Así que vos sabés cómo soy? Mirá no sabía que en Esperanto daban Psicología… o era en Ink…

Horacio (cansado y poniendo orden): -¡Basta! La cortan los dos. Por una vez al menos. Hablemos como personas adultas. (Alan lo mira como sino se sintiera aludido) Sí, adultas Alan. Ya no sos un pedejo. Yo a tu edad…

Alan (sin dejarlo terminar y con ironía): –Habla al país Horacio Carranza, hijo ejemplar con carrera ejemplar, pero medio pelo como todos en esta familia. Menos yo, obvio. Ni sé para que carajos vine…

Santiago (en voz alta y cortante): –Por que quiero hablar con los dos. Para eso les pedí que vinieran.

(Alan y Horacio lo miran expetantes y a coro…): –Y hablá de una vez entonces…

El café ya estaba hecho. Horacio se para, busca las tazas y empieza a servirlo. Santiago busca la azucarera. Alan sigue sentado. Silencio largo y tenso.

Santiago (después de tomar un sorbo y los demas haciedo lo mismo mientras lo miran): –Bueno, como les dije los otros días, estoy pasando una crisis con Merceces. Y necesito que mientras se resuelve el tema de la sucesión, quedarme un tiempo acá, y después vemos qué hacemos con la parte de cada uno. Papá siempre nos dijo que esta casa quedaba para nosotros. Pero por un tiepo les pido, si están de acuerdo, vivir acá…

Horacio (interrumpiendo): -¿Pero por cuánto tiempo? ¿Qué, no vas a volver con Mercedes o terminaron? Por mí quedate lo que necesites, por ahora yo al menos no quiero venderla. De última te vendo mi parte…

Alan (riendo, sarcático) : -Te vendo mi parte… Con la fortuna que tenés vos… No te vendría mal…

Horacio (enojado): –Calláte idiota. Estoy tratando de ayudar a tu hermano.

Alan (más ironico): –Por poco y falta que caiga un tasador Horacio… No me hagas reir…

Santiago (enojado) -¿La cortan? (se miran entre los tres, con tensión) Bien. Lo de la casa te lo agradezco Horacio. Y si vos (mirando a Alan) me querés vender tu parte no hay problema, ya veremos cómo queda todo lo legal del viejo. Hay que hablar con el Contador. El Abogado. Las cuentas, la Prepaga…

Horacio (comprensivo): –De eso me encargo yo Santi, quedate tranquilo.

Alan (riendo) –Cierto que el señor ahora tiene influencias…

Horacio (a Alan) –La podés cortar nene.

Santiago (queriendo cambiar de tema) -En realidad lo que menos me importa es eso ahora. Les pedí que vinieran... Tengo un problema y ustedes me pueden enteder y aconsejar es…

Horacio (interrumpiendo) -¿Mercedes? De eso, de lo que pasó entre ustedes... ¿Pero que pasó?


Y ahí parado al lado del lavarropas escucho cómo Santi le empeieza a contar de una película que vió y lo excitó, de un tipo, de cicatrices, sadismo, y que sentía cosas que no entendía y que estaba confundido.
Y que Mercedes leyó un mensaje de texto de un chabón que le ofreía coger con él. Hacía como un mes que no tenía relaciones con ella y creía que andaba con otra. Y no sé cuantas huevadas más.
No lo puedo creer, mis tres hijos putos.
Santi, yo que esperaba que me dieras un nieto, que el apellido Carranza no se perdiera y me salís con esto.
Agradecé que estoy muerto, sino… sino… me muero ahora mismo…

jueves, 23 de junio de 2011

Gustavo Cerati - CASA

Casa

No Eugenio. Todavía no. Tenés una misión que debés cumplir antes de seguir. Ellos ahora te necesitan. Más que nunca. Ayudalos. Es todo lo que te puedo decir ahora.
Así de tajante fue Mamá, cuando ya finalmente fuera de mi cuerpo y a su lado dispuesto a ir con ella, vuelvo la vista a mirar la escena, todos a mi alrededor llorando y yo ahí, inmóvil. Inerte. Volví para preguntarle algo más y ya no estaba Mamá.
Desde entonces me la paso deambulando tras ellos. Es raro. En un momento estoy con Santi y pienso en Horacio y al instante estoy ahí, cerca suyo. Lo mismo con Alan.
Así de apoco fui armando ese rompecabezas que fui viendo cuando iban llegando a la Clínica.
Ya sé que Santiago se peleó con Mercedes aunque no tengo del todo claro qué es lo que pasó. En el funeral, mi funeral, Santi le dijo a Horacio que si él no tenía problemas iba a necesitar vivir un tiempo en mi casa. “La casa del viejo” le dijo. Que despúes iba a hablar con Alan, más que nada por el tema de la sucesión y todo eso. Siempre lo miró feo Santi a Alan. Creo que le tiene envidia. No sé porqué, pero es lo que me parece cada vez que lo escucho hablar de su hermano. Bueno, digamos que de chicos nunca se llevaron, caso distinto con Santi con el que siempre fue más compinche. Y le dijo algo mas. Nos encontramos mañana a la tarde ahí en lo del viejo. Y de paso hablar con nosotros. Que nadie mejor que ellos, sus hermanos lo entenderían. ¿Entender qué? Qué pasó para que santi se valla de su casa. No entiendo por mas que le doy vueltas. Eso sí cuando pienso en Mercedes no voy allí. Se ve que la conexión las tengo con mis hijos. “Ellos te necesitan”. Me retumba una y otra vez. Tal vez por eso solo puedo ir donde están ellos y mi casa.
Y acá estoy esperando, entre mis cosas que ya no me sirven. Ni comer puedo. Bueno, no tengo hambre tampoco.
¿Será esto el famoso Purgatorio? Como sea, soñlo cuando los tres estén acá voy a saber la verdad de la milanesa.

Llegar acá después de tanto tiempo. Al menos voy a dormir en mi cuarto y no en ese hotel de paso por que estuve estos días. Al menos pude pasar por casa y que no estuviera Mercedes, y asi poder traer la ropa y algunos libros y cds. Por ahora ninguno de los dos tine animo de hablar. Solo nos mandamos mensajes con lo justo y necesario para decir. En algún momento vamos a tener que hablar. Pero primero lo primero. Arreglar y entender el menjunje que tengo en la cabeza. Menos mal que la llave que ponemos atrás del buzón siempre está ahí. Abro y la dejo de nuevo, adentro deben estar las mias todavía. Dios cuantos recuerdos viejo. Tu olor, inconfundible del jabón, el dentífrico, la colonia. Todo está dando vueltas como si estuvieras acá todavía. Qué grande ychica al mismo tiempo me parece ahora.
Mi cuarto igual a como lo dejé cuando me fui. Siempre el viejo quiso que conservarlo asi el de cada uno. Siempre iba a ser nuestra casa a la que podíamos venir cuando quisiéramos y seríamos bienvenidos. Eso sí. Nada de caer de soropresa. Siempre con algún huesito, no quería pasar vergüenza. El viejo. No pueo creer que te hayas ido. Justo cuando más te necesito.

Mierda, nunca hay un puto lugar donde estacionar en este Barrio. Siempre le dije a Papá que tendríamos que hacer un garage,y que lugar había adelante, a la izquierda de la casa. Le poníamos un techito y listo. Pero no. No tenía auto y no iba ponerse en gastos con algo innecesario, aun cuando Santi primero y después yo nos compráramos uno. Y después el se terminó comprando también. Pero no. No hubo, ni creo que haya garage. Sí, definitivamente necesita una mano de pintura mínimo. Y ya. Y otra de antioxidante en todos los hierros. ¿Qué descuidada la tenia el viejo? Aunque adentro. Adentro es otra cosa. Siempre le gustó la comodidad y vivir bien. Muebles antiguos pero de estilo y alguno que otro moderno, para impresionar a las pendejas con las que salía en el último tiempo. No querí parecer un viejo gagá, fuera de onda. Karina. Que personaje la piba esa, una de las últimas que le conocimos. Cero en neuronas. Pero diez en culo y tetas. Las perdición de siempre de Él. A ver si… Sí, acá está la llave donde siempre. ¿Habra llegado alguien?

No Leo gracias, prefiero ir solo. No sé que quieren estos ahora. Mas que nada Santi, que necesitaba hablar con nosotros, está muy misterioso…
No dale voy solo, me tomo un taxi y en un rato estoy ahí. Cuando termine te llamo, dale. Beso…
Leo. Todavía no sé cómo de la noche a la mañana estás conmigo y ni siquiera hayamos cogido. Ni hablado de coger. No entiendo. Ni a vos, ni a mí. Me desconozco. Bueno de seguro pensarás en que estoy mal y todo eso y no querés ser desubicado. Siempre el yerno perfecto vos. Pero te morís por partirme al medio y yo en dejar que lo hagas. Pero ni un beso en la boca. Nada. Solo miradas. Y tus brazos alrededor de mi hombro siempre. No, otra vez con eso del amor no mi amor. Otra vez no. Cuanto antes deje eso en claro mejor. Sí. Después de ir a lo del viejo te llamo y hablamos de una vez qué te pasa conmigo. Yo lo tengo claro. Nada de enamorarme. Ni de vos. Ni de nadie. Soy mío y solo mío.
Dios qué fea está esta casa. Cero glamour, una porquería. Menos mal que a los doce le dije al viejo que no quería venir más acá todos los fines de semana. No le gustó ni medio, pero no dijo mucho. Pero que al menos dos sí. El resto lo pasara en lo de mamá si quería. En realidad quería estar en lo del profe de Educacíon física. Y qué educación tuve. No quería que para nunca. Y nunca paraba. Le decía a mamá que iba lo del viejo y me iba para el depto del Profe. Todos pensaban en su barrio que éramos padre e hijo. Si hubieran sabido. Mejor no, sino terminaba preso Él y yo sin mi dosis de sexo quincenal.
Y si, hay cosa que no cambian. La lave sigue como siempre en el mismo lugar. Pero parce que llegué último.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Madonna - Jump [Confessions Tour DVD]

Hermanos.

Estar de luto. Lo último que haría en mi vida. Y no puedo creer que mi vieja ande de negro. Ayer, vaya y pase. Era el entierro. Pero que todavía la siga con el circo. No lo entiendo. Yo ni en pedo voy a andar de negro. Si no hablábamos nunca con mi viejo. Y mucho menos nos entendíamos. No es como con Horacio, el favorito siempre, el compinche. Nunca le gustó que mi vieja me diera todos los gustos. Vivían discutiendo por eso. No salgas tanto de noche. “Estudiá. Pensá en tu futuro. Bla, bla, bla.” Tengo la vida asegurada y hago lo que quiero. Además venir a darme consejos a mí. Después de todas las cagadas que se mandó. No señor. Yo hago lo que quiero. Si te gusta bien y sino ya sabés a dónde te podés ir.
La puta que me parió, de qué carajos lloro. No Alan. No seas boludo. Demasiado fue que te viera Leo llorar. Basta. Si no te importaba el viejo. Sí, no me importabas sabés. Yo no te importaba. Nunca me quisiste ni un poquito. Nunca.
Basta. No sigo más con esta pelotudez.
¿Qué me pongo? Sí éste pantalón y ésta remera amarilla de South Park. Justo que Santi los detesta. Espero no se les ocurra a ellos andar de luto. No sé todavía para qué quieren que nos reunamos en lo del viejo. Que se encargue otro se sus cosas. Le voy a decir a Carlos que vea él el tema del testamento y eso. Yo no quiero saber nada de meterme con papeles o firmar nada. Además esa casa no me trae buenos recuerdos.

Qué chica que parece. No me había dado cuenta de eso. Las marcas de la pelota cuando jugábamos con Él y Alan. Los postigos que siempre nos hacía cerrar todas las noches. Qué gastado está todo. Las paredes sin una mano de pintura en años. No le dió mucha bola papá a eso. “Lo importante es lo que hay adentro, quiero que ésta casa sea el hogar. Nuestro hogar” Trató siempre de que sintiéramos la casa como nuestra, aunque viniéramos los fines de semana o a veces un rato en la semana a merendar. Con Horacio y Merchi veníamos cada tanto a cenar o algún domingo a almorzar. Ninguno de los tres pudo igualar los asados de papá. Bueno en realidad a Alan la cosa de familia, salvo por el lado de Eugenia, no le importó mucho que digamos. No tenemos la plata que tienen ellos. El día que se dio cuenta de eso nos empezó a ignorar. Y le llevaba la contra en todo a todos. Pero más a papá.
Está todo como la última vez que vinimos. Ese día había comprado un corderito y le salió delicioso. Cuando llegamos hacía horas, temprano, había empezado a prepararlo. Fue llegar y sentarnos a comer. Tal vez no fue el mejor marido. Pero a mí siempre me pareció el mejor papá del mundo.

Por fin dejó de llover. Ya me estaba hartando de tanta lluvia. Los tres juntos. Eso es lo que quería papá. Costó convencerlo a Alan. Menos mal que con Santi pudimos con los años llevarnos bien. Pero Alan es imposible. Caprichoso e insoportable. Siempre presumiendo. El día que me vió con Gabriel me dijo sin importarle que él lo pudiera escuchar “¿con ese gordo estás? Que bajo caíste hermanito.” Mercedes no lo soporta. Mercedes. Qué es lo que pasó. No pudimos hablar bien todavía con Santiago, tranquilos. Se pelearon, pero no sé bien porqué. Lo único que me dijo, es que sea muy probable que se vaya a vivir a lo del viejo, y solo, siempre y cuando los tres estuviéramos de acuerdo. Por mí no hay problema, no vendería la casa por nada del mundo. Es lo único que nos queda del viejo. Dios, entrar y ver sus cosas. Que difícil va a ser decidir qué vamos a hacer con la ropa y algunos muebles. Bueno por ahí los muebles los quiera Santigo. A él que le gusta el arte y todo eso siempre le pareció un sueño la casa así como está. No me extrañaría que Alan lo primero que piense sea en venderla. O peor. Que ni le interese. Al menos al intentar venderla demostraría algo de interés.
Gabriel. Menos mal que estuvo acá. No me gustó mucho tener que llevarlo a Aeroparque. Pero bueno, tenía que volverse. Ya le estaban haciendo muchas preguntas. De su estudio y de Esteban. Yo no sé porqué todavía sigue con ese.
El viejo quería que lo dejara, que no le gustaba ni medio. Todos los políticos son iguales me decía.
Qué hubiera opinado del taxista, de Gustavo. Cuando se fue Gabriel le mandé un mensaje. Todavía no me respondió.
¿Dónde mierda estaciono?


"JUMP" de Madonna acompana el capitulo "Hermanos"

miércoles, 18 de mayo de 2011

The Smiths - "How Soon Is Now?"

Tan rápido.

Familia. Esa palabra me sonaba una y otra vez. La última vez que había hablado con él, me había dicho que dejara a Gabriel. Era Gabriel ahora el que manejaba por la Panamericana de regreso del cementerio. El que me contuvo a mí y a todos.

Esas horas posteriores fueron surrealistas. Laura y Emilia lloraban juntas. Una imagen impensada jamás. Enemigas desde el momento en que se cruzaron en la cocina de mi mamá, ahora lloraban por el hombre del que alguna estuvieron enamoradas y llenas de felicidad.

Con Santiago también llorábamos. De chicos pasamos muchos fines de semana juntos. Estábamos acostumbrados al llanto del otro. Gabriel y Leo miraban desde afuera. Alan era el más frío. Apenas lagrimeaba y trataba de disimular el dolor. O eso creía yo. Siempre fue el más rebelde de los tres y el que más hacía enojar al viejo. Si papá decía blanco, Alan decía negro. De gusto. Solo cuando Leo se acercó a abrazarlo, se soltó en sollozos, como un nene, entre sus brazos.

Santiago era el que más solo estaba. Recién cuando empezamos a hacer todos los trámites en la Clínica me contó que habían discutido con Mercedes un rato antes de salir. Eso sí, no me dijo nada sobre el porqué de la pelea. Y tampoco quise saber. Ya habría tiempo de hablar más tranquilos. En el Cementerio sí, estaban juntos. Pero en ningún momento se tomaron de las manos o se abrazaron. Es más, parecía incómoda, como si ése fuera el último lugar en que hubiera querido estar.

Leo no se separó del lado de Alan un segundo. Siempre orgulloso y pedante, ahora se lo veía frágil. Pero nunca con la cabeza baja.

Emilia y Carlos cuidaban las formas. Amigos desde siempre con papá, Carlos siempre sintió que lo había traicionado, pero se había enamorado de María Emilia. Y en pleno divorcio no lo ocultó más, y fue el refugio que encontró ella, aunque muchos dejaron de hablarles a los dos por mucho tiempo. Aún hoy, el pésame hacia con ellos fue más un compromiso que algo sentido de parte de los que fueron.

La gran ausente fue mi madre. Ya pasaron dos días y no sabe nada de nada. Y no sé todavía cuando voy a ir a verla. Tal vez mañana. Sí le avisé a su psiquiatra, para ponerlo al tanto para que cuando vaya me acompañe y manejar la situación que puede ir para cualquier lado.

Ahora de regreso a mi casa tengo un nudo en el estómago. Me sorprendió que Gabriel dejara todo de lado para acompañarme. Apagó su teléfono y derivó todo a su secretaria. Hasta nuevo aviso no me iba a dejar solo. Siempre había sido poco demostrativo en cuanto a afecto se trata. Los dos a decir verdad. Pero era nuestra forma de llevarnos. Nunca un “te quiero”. No era necesario. Los hechos de uno hacia el otro eran mucho más contundentes que las palabras.

Las gotas golpeaban el parabrisas. Desde aquella noche no había dejado de llover, más fuerte o débil, pero nunca paró. En el ir y venir del limpiaparabrisas, de repente, me acordé de Gustavo. De sus ojos verdes. Por Dios, esos ojos. Y esa última mirada antes de bajarme del taxi en la puerta de la Clínica. Llena de bronca. Por verme tomar el taxi en la misma esquina donde me había dejado y encima acompañado. Y no pude evitar excitarme. Sí, en el momento menos oportuno, lo reconozco, pero no puedo evitarlo. Y trato de hacer memoria ahora de dónde dejé la tarjeta que me dio.

"How soon is now?" de The Smiths, acompaña este capítulo.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Avril Lavigne - " I'm With You "( sub esp)

Así (parte dos)

¿Mamá?
¿Y ése quién es?
¡Papá!
¡Gooooooooollllllll!
Abuelo Ignacio... Al última vez que te ví fue... ¿ahora? Abuelo, qué...
¿Horacito? María Laura porqué...
El diploma, qué día. Mamá, los Abuelos, mis Tíos...
Sí quiero... pero esto es cuando me casé con Maria Emilia… en Paraguay… Santiaguito, bebé… no. Eso fue el día que dijo “Papá” por primera vez.
No Emilia, no, qué hiciste...
¿Carlos, mi ex abogado? Eso pasó el día del divorcio con María Laura.
Y ese el del divorcio con María Emilia... Santi, no papá, siempre va a estar...
Eugenia. Qué hermosa. Esa noche en Pinar cuando...
Abuela… No abuela Angélica… No no tevayas… otra vez, no…
Eugenia, con panza. Alan. Alancito... Sí, dale pateá, pateá... no bien hijo, bien, así se hace...
Carlos... Eugenia... Fueron Capaces... Fui un estúpido. Cómo no me di cuenta antes.
No, otro divorcio. No mas papeles.
No frena, carajo no frena...

...
...
...

¿Dónde estoy? Y este pasillo es...
María Laura qué hacés acá, porqué estás así, qué mirás...
A... ¿Mí?
No Laura, ése no soy Yo. Estoy acá no me ves, al lado tuyo...
No me escuchás... Laura. Laura.
Santi, Santi, menos mal que estás acá, decíle a tu madre que estoy acá.
¡Pero que carajos pasa que nadie mes escucha!
Decíle, Santi. ¡Alguien por favor que me escuche!
Eugenia, qué hacés acá... Cómo que te avisó Alan. Alan dónde está…
Alan, hijo. Me podés decir qué pasa, qué le dijiste a tu madre. Y Éste, quién es.
Y esas caras, no, no lloren no qué hacen...
Alguien me puede decir qué pasa acá. Hola. Hola hey. Hola.
Horacito. Viniste con Éste tipo. Te dije que no lo veas más. Que la cortes. Horacio. ¡Horacio, soy tu Padre carajo!
Doctor Mendieta, menos mal que está usted, digame qué pasa.
Oiga. Oiga. Qué coma. Yo no estoy en coma. Estoy acá. Ése no soy yo. Yo estoy...
Mamá... Mamá... Pero vos, vos estás... No, no, no, no. ¡Nooo! Yo no estoy... ¿Qué vaya con vos? Ma... Ellos... Yo... Mamá...

4.35 AM. Este día no sería uno mas para ninguno de nosotros. Laura y Eugenia que nunca se soportaron, parecen haber dejado de lado todos los rencores. Al menos por ahora.
Con Gabriel fuimos los últimos en llegar. Gustavo nos trajo volando. Se lo veía enojado. Igual, ahora es lo que menos me importa. Ya fue.
Alan estaba con Leo. Qué grande que está este pibe. Qué hace Alan con Leo. Desde la secundaria no los veía juntos. ¿Volvieron? ¿Alan de novio?
Santiago, solo. ¿Dónde está Mercedes?
Qué raro está todo hoy.
El Doctor Mendieta nos acaba de decir que el estado de Papá es grave. Muy grave. Que lograron estabilizarlo y lo dejaron en coma farmacológico. Traumatismo de cráneo. Perdió mucha sangre y las heridas internas son severas. Al menos no tuvieron que darle respiración artificial. El pronóstico que nos puede dar ahora no es de lo mejor. En unas horas lo pueden sacar del coma y así poder despertarlo y hablar con él o al menos hacer el intento, que no nos garantizan nada y que puede llegar a sufrir mucho, por los dolores, aunque tuviera una mínima dosis de morfina. Estaba en nosotros decidir qué hacer. O esperar unos días y hacerlo.
Nos dejó solos. Nos miramos entre todos tratando de entender. Tratando de ubicarnos. Hace mucho que no estamos juntos con mis hermanos. Hace más de un año que si hablamos unas pocas veces o nos vimos una que otra, es mucho. Ni hablar de Laura o Emilia. ¿Cómo lo tomará mi vieja? ¿Cómo se lo voy a decir? ¿Sabrá de lo que le hable? No sé que voy a hacer. Tal vez vaya mañana. Ahora de acá no me muevo.
Gabriel y Leo, tratan de acompañar como pueden y nos dejaron solos para que pudiéramos hablar. Iban a conseguir unos cafés.
Papá logró reunirnos a casi todos. Algo que nunca lo hubiera imaginado. Pero de qué manera.

Cerca de las ocho comenzaron a sacarlo del coma. Una hora tardaría en reaccionar, si es que eso pudiera pasar. Podía ocurrir que no sobreviviese y un paro cardíaco llegaría en pocos minutos después de despertar, y que los dolores serían insoportables. Aún así, queríamos que sepa que estábamos ahí unos minutos, ver si podía hablar, o al menos que nos escuche. Y volver a ponerlo en coma.

Y así es. Acá estamos todos Papá. No, no hables. No hables. Queremos que sepas que estamos acá.
Así de a uno todos le hablamos, pareció por un momento darse cuenta que todo estaba mal, que Él estaba mal. Sin embargo se lo veía sereno. Nunca lo ví así. La última en hablar fue Eugenia. Papá la miró y después a mí. Como preguntando por mi vieja. Le dije que mi vieja le mandaba un abrazo (mentí) y que no la dejaban salir. Sonrió. O me pareció que sonrió. Nos miró a todos.

...
...
...

Mamá ellos… ellos... ¿Dónde están? No ése no soy yo. Les digo que no...
¡Mierda! Sí soy Yo.
Ay Dios qué dolor...
Mamá, Mamá, me duele, Mamá dónde estás, Mamá...

...
...
...

Horacito, hijo, sí ya veo que están todos, pero yo estoy bien. Ví a mis Abuelos. A tus Abuelos también. Y te ví con Gabriel, qúe te dije Horacito…
Alan, Alan, porqué estás así, esa cara... Saliste anoche ¿no?
Laura, desde qué hora estoy acá. Vos desde qué hora estoy acá. Lo último que me acuerdo es que no andaban los frenos. Sí, siempre me decías lo mismo, que un día me iba a dar contra un árbol. No se contra qué me di, pero me di feo.
Eugenia, mi amor. Porqué lloras, no llores, mirá que las arrugas te van a hacer mas linda y voy a volver a intentar estar con vos otra vez. Porque yo estoy bien.
Horacito, Laura, tu mamá… Claro me imagino. No, no es cierto Horacito, no hay problema, Ellla está só por mí. Está bien así. No te preocupes. No se preocupen. Dios como me duele todo, quiero hablar, decirles algo... Decirles que estoy bien...

-(Con voz entrecortada y con mucho esfuerzo con pausas para tomar aire entre palabras) Estoy...
Bien...
Voy a estar...
Bien...
Todos...
Acá...
Mamá...
Mirá Mamá...
Acá están todos...
Tus nietos Mamá...
Chicos, no se separen...
No se separen...
No hagan lo que...
Yo hice...
Con ustedes...
No les di una familia… (tose y le falta aire)
(con voz aguarrentosa) Ustedes son Familia. Fa-mi-lia...
Mamá mirá...
Mi familia (tose y la respiración se le acelera)
Fa-mi-lia…
(un suspiro, el último)

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"I'm with You" de Avril Lavigne acompaña este capítulo.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Asi - Sandro

Así. (parte uno)

Éramos muy chicos cuando nos conocimos con Eugenio. En el colegio siempre nos veíamos pero a mí me resultaba indiferente. Sabía que era un picaflor. Y yo no iba a ser una más. No señor. Tal vez esa actitud mía fue lo que mas lo provocó. En un asalto se me acercó, y con un lento de Sandro bajé la guardia. Fui la más envidiada desde entonces. Todo ese último año del secundario no nos despegamos un segundo. Su vida de mujeriego parecía haber terminado. Y lo que empezó como un amor adolescente se complicó después del viaje de egresados. No paraba de sentirme mal y todo lo que comía lo vomitaba. Sí, quedé embarazada de Horacio en ese viaje. No hubo que discutirlo mucho y Eugenio se portó como todo un hombre y se hizo cargo. Mi papá le dio una trompada cuando se lo dijimos juntos, una tarde después de que nos confirmaran en el Hospital el resultado de los análisis. Eugenio ni se mosqueó y levantó la frente ante la agresión de mi papá. Esa actitud lo salvó de una golpiza que estaba dispuesto a recibir. javascript:void(0)Me amaba y no iba a dejarme así como así. Al menos en esos momentos me amaba. Terminamos el colegio y en pleno enero nos casamos. Entre los padres de los dos nos regalaron un departamento y Eugenio empezó a trabajar con su papá en el Banco y se las arregló para poder cursar la Carrera de Letras, mientras yo debutaba de ama de casa y mujer. Con sólo 17 años los dos, habíamos crecido de golpe.
Nació Horacio y todo parecía perfecto. De a poco aprendimos qué era ser padres. Pero esa felicidad duraría pocos años. El día que entré en la casa una hora antes de lo habitual (había conseguido un trabajo de secretaria en una Inmobiliaria del barrio por una horas, las que Horacio estaba en jardín) y escucho unos ruidos en la cocina no imaginaba que el mundo se me vendría abajo. Ahí estaban Él y una chica en la mesada de mi cocina en pleno acto sexual. Quedé muda y un vacío se me hizo en el estómago y la cabeza. Me desmayé. Desperté en el living y una andanada de insultos empezó a salir de mi boca. Lloraba y lo insultaba por partes iguales. La chica que resultó ser alumna en la misma Facultad, pero dónde él ya era entonces ayudante de Cátedra, se había ido. Fue el final. No hubo forma de perdonarlo. Lo intentó todo, pero todo el amor que sentí por él se había ido. O no era el mismo. O no sé. Hasta el día de hoy no sé que me pasa con Eugenio. Seguimos manteniendo un buen trato a pesar de todo, y mas que nada por Horacio, que pasó a ser la luz de mis ojos.
Ahora en esta Sala de Espera de Terapia Intensiva y viéndolo ahí, en la cama, inconsciente y lleno de tubos por todos lados me parece mentira que fuera esa tromba que se llevara todo por delante. Hace una hora me llamaron y me aviasaron del accidente. Un reventón de una de las gomas del auto y bajo un aguacero,lo llevó directo al paredón de Libertador, cerca de Retiro. Lo llevaban en la ambulancia hacia al quirófano que ya estaban preparando para hacer todo lo posible para mantenerlo con vida. Acá parada ahora tengo que avisarle a Horacio y a todos lo que está pasando. Y como aquella vez no paro de llorar y de insultarlo por dentro.


-(A los gritos)¿Cómo fuiste capaz de hacerme esto? sos un hijo de puta. ¡Puto como tus hermanos!. Maldito, maldito, maldito. (llora)
-(Nervioso) Pará, pará no te pongas así. No es lo que pensás...
-(Irónica) Cuándo quieras cogemos... ¿Qué otra cosa puedo pensar?. ¡Y con un tipo!.
-...
-Sos una basura. Andáte ya. Puto de mierda, andáte ya…
-Pará no es así, no me hagas esto... Mary...
-No me vuelvas a decir Mary. Hijo de puta, laváte la boca antes de nombrarme…
-(Santiago trata de acercarse y tomarle la mano) No me toques, asqueroso. Pervetido. Puto, puto, puto. Igual que tus hermanos... qué boluda fui... (llora, ahora desconsolada)
-(Suena el teléfono, en manos de María Mercedes) Tomá, debe ser el puto ese que te cogés... o que te coge... (le dá el teléfono con cara de asco)
-(Santiago mira quién llama) Laura... Sí... Tranquilazate ¿qué pasó?... ¿Qué?... ¿Cuándo?... ¿Dónde lo llevaron?... Si ya salgo para allá. Tranquila. Ya voy. (corta y busca las laves del auto sin otra cosa en mente que lo que acaba de decirle María Laura)
-(María Mercedes, sin entender) Laura. Sos un caradura. Era Él no. El puto ese con el que te vés, no...
-(Sin poder encontrar las llaves) Calláte. Calláte por favor. Ahora no...
-Dá la cara hijo de puta, decime era él no...
-(Con la llave en la mano y gritando) Mi viejo se acaba de hacer mierda con el coche y está en Terapia Intensiva. Ahora no me jodas. Basta. Después hablamos... (Santiago sale dando un portazo)


(¿Qué carajos hace Leo acá? Y estos idiotas que no paran de seguirme hoy. No dejan de hincharme las pelotas. No, no puede ser Leo. No podés aparecer ahora. Encima al lado del chongo ése. Y ahora quién carajos me llama... ¿Santiago? ¿Qué quiere éste?)
Hola…
Pará que no te escucho nada… (Menos mal, me saco a éstos de encima por un rato)
Esperá...
Hola sí, ahora sí, decime...
¿Qué?...
¿Cómo un accidente?...
¿Cómo fue?...
¿Y dónde está ahora?...
Sí, sé donde queda...
Dale nos vemos ahí, voy para allá, ya justo me iba...
Sí, si, si... Dale. Chau, chau...
(La puta madre que los re mil parió. ¡Justo ahora me tiene que pasar esto!. Viejo de mierda...)
Le... Leo... Co... cómo estás... (¡Dios no puede estar acá y estar mas lindo que nunca!)
Bien, bien...
¿Sí? No, no te había visto...
Ya, ya me iba...
Me acaba de llamar uno de mis hermanos...
No nada, mi viejo que tuvo un accidente y voy hasta la Clínica ahora y de paso avisarle a mi vieja...
No, no es necesario, gracias...
No, en serio...
Bueno dale...
Si querés...
Dale, aguantá que les aviso a unos amigos que me voy...
Gracias por llevarme...


Medio empapado y con el teléfono en la mano que cerré con disimulo, puse mi mejor cara de sorpresa y una sonrisa ante la aparición, así sin avisar de Gabriel. Está hermoso como siempre, descalzo y con la camisa entreabierta y la copa de tinto que me dió a tomar. El beso que nos dimos disparó todos mis ratones y por un buen rato me olvidé del taxista. Estaba empezando a preparar la cena. Un lomo con hierbas y papines que prometía. Había puesto a Norah Jones (el muy turro sabe cómo ponerme en clima) y todo hacía suponer una noche larga y llena de sexo. Mientras se cocinaba el lomo, disfrutábamos del franeleo. En eso me propone ducharnos juntos. Acepto, y mientras va al baño a preparar todo aprovecho para mandarle un mensaje al taxista, avisándole que un compromiso de último momento me impedía verlo ahora. Que mañana lo llamaba para arreglar algo en estos días.
Afuera, se había vuelto a largar con todo. Perfecta la noche, pensé. Cenamos en pelotas en la mesada del living y al vino le siguió una botella de champán. Hacía más de dos semanas que no nos veíamos y no podíamos parar de tocarnos y besarnos. Medio mareados, llevamos la botella al dormitorio. Sí, noche perfecta. Poseer a Gabriel es una de las cosas que me vuelven loco. Y que cada tanto los roles se inviertan, me pone a mil. Acabamos y en algún momento nos quedamos dormidos, abrazados.
Medio entre sueños escucho mi celular sonar y sonar. El velador había quedado prendido y como pude, entre el mareo y el sueño, busqué el teléfono. Mi vieja. ¿Mi vieja? Atendí y en un segundo el mareo y el sueño desaparecieron. Un frio por la espalda. Desperté a Gabriel para decirle que tenía que irme. Cuando le dije que mi viejo estaba internado y grave, se levantó también y me dijo que me acompañaba. Nos dimos una ducha a las apuradas y en menos de quince minutos estábamos en la esquina de casa buscando un taxi. Por suerte ya había dejado de llover y enseguida conseguimos uno. Pueyrredón y Santa Fé por favor, le dijo Gabriel que subió último. Yo estaba en shock. Y Gabriel me tomó la mano y me acompañó en silencio. En eso levanto la vista. Y otra vez eso ojos verdes que me habían fulminado horas antes me miraban, ahora con un dejo de bronca.

(Continuara...)

miércoles, 27 de abril de 2011

Garbage - Only Happy When It Rains [Alternative Remix] (HD Official Video)

No culpes a la lluvia

La tormenta era impiadosa. Y el paraguas que tenía un chiste. Sumado a que eran las siete de la tarde en pleno microcentro, conseguir un taxi se veía imposible. Paradito yo en esa esquina, para mi sopresa, se detiene uno y su pasajera dispuesta a bajar. Pegué un salto y en segundos la mujer estaba fuera y yo dentro, cual saquito de té, pero a salvo. Grueso error.

Rivadavia y Gascón le dije al chofer sin mirarlo siquiera, mientras trataba de secarme un poco con los carilina. Qué suerte que tuvo, dijo al rato él. Ahí sí miré. Unos tremendos ojos verdes, acompañados de una barbita candado y unos rulos negros que me hicieron olvidar de la lluvia, de lo mojado que estaba y que solo quería que ese viaje no terminara nunca. Sí, la verdad mucha suerte, le dije. Y nos reímos. Y su mirada fue mas impiadossa que la lluvia. ¿Ya se va a su casa?. El se va me hizo caer en la cuenta que el muchacho andaría por debajo de los treinta. Muy respetuoso, me dije, aunque me hubiera gustado que me dijera otras cosas.

En la radio Victor Hugo y Competencia, discutían si tal o cual jugada del partido de ayer había sido penal. Mas grande que una casa, dije yo. Un pelotudo el árbitro que nos cagó el partido, dijo el. Y otra vez. Nos miramos y nos reímos. Trabajás en el centro siempre, le pregunté. Sí por lo general todos le escapan pero yo me las arreglo, conozco mis atajos para salir de cualquier quilombo. Y la señora esa que bajó antes de usted me llama cada vez que va para allá. Yo la verdad muchas ganas de traer el auto no tengo, pero esto de los paros de subte me rompe las pelotas y con esta lluvia lo mejor era taxi, contesté. Que suerte ahora para mí, dijo él. Y con una leve mueca en la sonrisa. ¿El tachero me está yirando? No, mi mente calenturienta, me dije. Pero los comentarios con doble sentido mientras escuchábamos la radio hicieron esas miradas aun más cómplices. Y lo que pasa es que nos la metieron en seco, un afano, y ya son varias las veces que nos hacen lo mismo, le digo yo. Con lo bueno que esta ponerla en seco, dijo él. Un poquito duele, pero ahí está el gustito, redoblé la apuesta. Las risas de ambos dejaron todo a la vista. Ya estábamos a poco de llegar. Busque una de mis tarjetas y le anote atrás mi dirección exacta. Ya en la esquina, me da el vuelto y me detiene la mano un segundo, se dá vuelta, busca la tarjeta y me dice: un placer llevarlo (mira la tarjeta)... Horacio. Gus. Me llamo Gustavo. Placer el mío, respondí.

No puedo evitarlo. Siempre que se me presenta la oportunidad no la desperdicio. El tema es que no estoy solo. Con Gabriel estamos hace más de dos años. Estamos. Un decir. Yo acá. Él, mas en el aire que otra cosa. Esto de ser Legislador lo tiene con un pie acá y otro en Santa Fe. Casualidades de la vida lo conocí otro día de lluvia. Íbamos por Florida corriendo y casi nos chocamos tratando de evitar un charco que se había formado por la tormenta. Nos refugiamos como pudimos en la Galería Jardín y con las disculpas mutuas nos descubrimos. Su contundencia corporal fue lo primero que me llamó la atención. Sus mas de cien kilos con aire vikingo me encendieron al instante. Lo único que no dejaba nunca de lado era su celular, por el que no paraba de hablar. Yo lo miraba sin poder sacarle la vista de encima. Cuando se da cuenta, presto atención a su mano que sostenía el celular. Un anillo dorado en su izquierda delataba su compromiso. Lástima me dije. Pero en eso me mira y me sonríe y guiña un ojo. Me confundió un poco. Pero al rato, mientras seguía lloviendo, dejó de hablar por telefóno para hacerlo conmigo. No me pregunten cómo, pero esa noche estábamos en la habitación de su hotel cogiendo como animales. Se podría decir que lo que nos une con Gabriel es eso. Sexo animal.

El problema lo tengo ahora que acabo de entrar a mi departamento mientras leo un mensaje que llega al teléfono. Es el taxista que me dice que en un par de horas está libre. Abro la puerta y ahí está Gabriel en el living, copa de vino en mano esperándome. Un frío por la espalda me recorre. No lo esperaba hoy. Ni esta semana en realidad. ¡Sorpresa! Me dice. Sí, vaya sorpresa. Y el taxista que espera que le responda.

miércoles, 20 de abril de 2011

Jennifer Lopez - On The Floor ft. Pitbull

Menu de la noche

Ufa, recién son las tres de la mañana. El flaco que está en la barra está bárbaro y no deja de mirarme…
(…)
Por donde iba… si, les decía. Soy Alan, copados mis viejos en ponerme un nombre super cool. Cada vez que digo soy Alan los ojitos de los tipos comienzan a brillar y yo sé que tengo cogida seguro. Mi pelito rubio me juega mas a favor todavía y la cama solar me da un aire de tipo de mundo. Al menos una vez al mes me voy a Punta a la chacra de mi vieja que disfrutamos a full de diciembre a marzo, aunque ella va y viene a Baires yo armo las partuzas mas copadas de toda Punta en el medio. Obvio ni te aparezco en la Remix, pero no me importa, yo busco que me complazcan en todo, tragos y champán a discreción y cuanta pastilla y polvito ande dando vueltas son más que bienvenidos. Suele pasar que llegue la mañana con todos en pelotas en la piscina cogiendo entre todos…
(…)
¿Que si tomé algo esta noche? Champán, obvio mi amor. Van cinco botellas. Y un par de líneas.
(…)
¿Si vine solo? No por ahí andan mis amigos bailando, yo estoy preparando el menú para ver qué me llevo a casa esta noche. El de la barra ya está, termino con ustedes y al toque lo transo.
(…)
¿Mi viejo me preguntan? Un bobo, que se la pasó cogiendo a diestra y siniestra y la cagó mal siempre con las mujeres legales que tuvo. Tengo, al menos en forma oficial dos hermanos, pero no me extrañaría que salieran mas de la galera. Jajajaja, perdón, dije galera y pensé en conejos… Entienden: galera, conejos, mi viejo cogiendo…. Yo que cojo todo lo que se me cruce…
(…)
¿Minas? Y si alguna que otra, pero lo mío son los tipos. Me encanta sentir cómo se exitan, cómo el corazón les explota, cómo las entrepiernas se abultan. Que me manoseen el orto y el bulto, y verles ese gesto de placer en la mirada sabiendo que van a tener al pibito rubiecito ese que esta mas bueno que comer con la mano. Ya esta soy reputo, quieren que les mienta acaso. No me hagan perder el tiempo que hay otro que ya le echó el ojo al de la barra, ése el peladito onda SIC que mirándolo bien no está nada mal el puto ese. Si… eso… mirame SIC, te miro, ahora lo miro al de la barra y a vos SIC otra vez… Ya está el menú de hoy. Es refácil esto vieron.
(…)
¿Qué piensan mis viejos de mi vida? No les importa, nunca les importó, yo hago la mía desde pendejo. Debuté oficialmente con mi profe de Educación física a los doce. Cómo me daba el pelado ese, por Dios… Mirá me acuerdo y se me para al toque. Con ese seguí hasta los trece, me llevaba a un bulo que tenía a escondidas y me hacia de todo el muy turro. Hasta que conocí a Leo. Estaba en quinto año él y era el líder del curso. Yo estaba fascinado con ese metro ochenta lleno de testosterona y lo que más deseaba era que la descargara toda en mí. Y si pasó lo inevitable, una noche me enteré que iba a un boliche y cuando los dos estábamos bien en pedo lo encaré mal. El trompazo que me dio me dejó medio mareado, pero insistí manoseándole el bulto. Bajó todas las defensas y me dejó hacer… Nunca se la habían chupado tan bien como yo hasta esa noche. El problema fue que el maldito bicho hizo de las suyas.
(…)
¿Qué bicho? El amor, cuál otro. No hay cosa peor que te pueda pasar en la vida que enamorarte. Me quería sólo para él. Y yo que sólo quería que me cogiera sin parar horas y horas, se me había enamorado.
(…)
¿Yo? Y un poco por él algo sentía, pero no me gustaba ni medio que me quisiera solo para él. Soy de todos y de nadie…
(…)
¿Qué? Disculpen no escuche… esss queee… nada, nada, todo bien, sí estoy bien… pero me parece que el que está la lado del de la barra es… Leo…

miércoles, 13 de abril de 2011

Marilyn Manson - Sweet Dreams (Are Made Of This)

Sweet dreams (are made of this?)

Mi vida es una pesadilla. Desde que tuve que internar a mi vieja en un loquero después de encontrarla en la bañera y rescatarla de una muerte casi segura, los Cuatro Jinetes del Apocalipsis pasaron por encima mío sin piedad. El resto fue todavía peor: deudas de todos los colores. Mi vieja se patinaba toda la guita en el póker. Como puedo estoy tratando de cancelar los pagarés que firmaba sin pensar en las consecuencias. Los Psiquiatras me piden que sea más comprensivo, pero la verdad es que apenas puedo mirarla a los ojos. Y me es imposible ese gesto de desprecio que me provoca.

Ya fue suficiente con mi viejo, que poco y nada lo tuve, o mejor dicho tuve que compartir con mis dos hermanastros. Actos de colegio, cumpleaños, las Fiestas… el resultado era el mismo: se terminaba yendo. Desde mis cinco años tuve que vivir todo eso. Y para peor ser el hermano del medio. Horacio celoso de mí y de Alan, el más chiquito. Yo no podía entender eso de tener hermanos y que ellos tuvieran otra mamá que no fuera la mía.

Para colmo las cosas en mi casa hoy no están mejor. Estoy con María Mercedes desde hace unos cinco años, con tres de convivencia. Al principio como en toda pareja todo es genial. Cogía seguro y seguido, comía decentemente, y de a poco íbamos llevando las cosas hasta que nos acostumbramos. Las cogidas se redujeron y mucho, la comida al menos seguía siendo buena pero es obvio que no andamos nada bien. Pero a este panorama de tiempo desmejorando, se le sumó una suerte de alerta metereológico imprevisto para mí. Una noche de insomnio me puso frente al televisor y buscando algo para ver y lograr dormirme ocurrió todo lo contrario. El efecto fue un despertar que yo no imaginaba a esta altura de mi vida.

La culpa la tiene Crush de Cronermberg esa película donde entre medio de hierros retorcidos de autos accidentados, cuerpos mutilados, lacerados y lastimados los tipos y las minas obtienen el mayor de los placeres. Yo no podía creer que eso me exitara, y menos que el que me exitara sea el médico que atendía a esa gente deseosa de lastimarse de gusto y que él no solo atendía sino disfrutaba de ver sus heridas, cicatrices y provocar en ellos que eso no se detuviera sino que aumentara. Un verdadero juego perverso que me tenía fascinado y al palo. Las fantasías de ese medico haciéndome de todo comenzaron a preocuparme.

Yo no soy puto como mis hermanos. Eso lo tengo reclaro. Aunque de repente me empecé a dar cuenta que miraba tipos en la calle. Y los buscaba parecidos al de la película. Las pajas que me hacía en la ducha. Parecía un pendejo. Las cogidas con mi mujer directamente desaparecieron. Al tiempo que empezaron los reclamos y celos de ella. Cada vez que tenía un evento, un desfile, una fiesta o cubrir la Exposición Rural, la pelea era segura. Ella creía que andaba con otra. Pero no.

Un día en un desfile lo ví. Atendía las modelos y les ordenaba la salida a la pasarela. Era mi médico de fantasía hecho realidad. Cuando descubrió mi mirada, sonrío desafiante. Bastó para ponerme a mil y que me olvidara que estaba ahí para trabajar. Como pude traté de esquivar la situación, pero mis ojos y los suyos iban y venían y el encuentro hacía saltar chispas. Al terminar esa noche, yo estaba guardando la cámara cuando veo que alguien se para frente mío. Levanto la mirada y era él. Soy Facundo, mi tarjeta. Llamame. Dio media vuelta y se fue dejándome caliente y muy confundido. Obvio le mandé un mensaje al toque diciéndole cualquier boludez. Pero él me ubicó al instante. Cuando quieras cogemos. Así, directo.

El tema es que ese mensaje también lo leyó María Mercedes en su búsqueda de pruebas en que andaba con otra.

miércoles, 6 de abril de 2011

All The Lovers - Kylie

VESTIR SANTOS (…desvestir demonios)

Si dicen que la familia no se elige y que la que te toca en suerte la cargarás toda tu vida, para la mía necesito una grúa. Un padre pendenciero que se cogía a cuanta mina se le cruzaba: gordas, flacas, altas, petisas, lindas o feas, viejas, y pendejas, que son ahora su trofeo más preciado. Con ese aire de intelectual y sus casi sesenta bien llevados, todas sus alumnas hacen fila en la Facultad para aprobar el oral ya sea en el escritorio, un telo o en su propia casa. Aguantó bastante mi vieja pero descubrirlo cogiendo sobre la mesada de la cocina fue demasiado. La cocina es el territorio sagrado de María Laura, mi madre. ¡Que pelotuda! No le importó que le metieran los cuernos sino que fuera en su propia cocina. Demasiado Utilísma le quemó el cerebro. Otras dos tuvieron que vivir esa misma pesadilla que mi madre aunque con distintas intensidades. Una quedó loca, pero loca de verdad. Está en una clínica, bajo estricto control psiquiátrico; intentó ya tres veces matarse: ahogándose en la bañera, bajándose el blíster completo de antidepresivos que le habían dado y la última hace unos días: se las ingenió para escaparse de su habitación y hacerse de un bisturí. Desde entonces la tienen atada y sedada. Santi, su hijo y mi medio hermano, el del medio, está tratando de lidiar como puede su trabajo como fotógrafo free lance y la hecatombe en la que lo dejó su madre que además era adicta al juego. El pobre está viendo cómo hace para tapar los agujeros que le dejó en la economía doméstica y en cómo rescatar su pareja con María Mercedes que ya hizo agua por todos lados pero ninguno de los dos quiere ponerse el salvavidas.
¿Qué cómo la conoció mi viejo a María Emilia, la madre de Santi? Fue la que estaba sobre la mesada de la cocina de mi mamá. Alumna aplicada se ve que era. Y queda María Eugenia, mi viejo tenia una fascinación por ese nombre, María. Al menos en la cama no se iba a confundir al nombrarlas. Ella es la mamá de Alan, el más chico de los tres. Y todavía no sabe muy bien qué hacer de su vida. Con los treinta pisándole los talones. Pero como mamá Eugenia, (perdón la aclaración, pero decir María se nos hacía muy tenebroso a los tres y llamábamos a nuestras madres por su segundo nombre) viene de una familia de picotudos, mucho problema no se hace Alancito y ella lo consiente en todo como si todavía tuviera cinco años. Mamá Eugenia vive en su mundo de Barbie, donde las apariencias reinan a sus anchas. Ella quería que fuera rugbier, pero a Alan le gustaba más estar en el vestuario que en la cancha. Como mi viejo, pero con los tipos resultó ser. Padre ausente diría un pedagogo después de que lo descubrieran en cuarto grado jugando al doctor en el baño con su compañerito de banco.
Y yo, Horacio. Pasé los cuarenta y tanto, trabajo de oficinista en un Banco, que en los Noventa tuvo su gran momento y el Corralito dejó con lo puesto y casi en la calle. Y una vida sentimental de mierda. No logro decidirme nunca. ¿Qué culpa tengo yo de que se enamoren dos a la vez y no poder quedarme con uno? Sí Uno. Sí yo soy puto también. Le salimos por la culata al viejo. Santi es la única esperanza de perpetuar el apellido Carranza. O era. Dos ya salimos del placard. Ahora parece que está a punto de abrirse el tercero.