Vestir santos... (desvestir demonios)

Vestir santos... (desvestir demonios)
Horacio, Santiago y Alan Carranza (by Rubén Gauna)

jueves, 30 de junio de 2011

Madonna - Secret Official Music Video HD

Secreto

Volver a la casita de los viejos, dice el tango. Cuando uno se va, sabe que volver es como fracasar. En mi caso doble. Amo a Mercedes, pero esto que me pasa tampoco puedo negarlo. Lo mejor por ahora es estar acá, solo. Distancia. Necesito encontrar quién carajos soy en realidad. Y aunque el Viejo ya no esté, me parece el mejor lugar para encontrar esas respuestas que ahora no tengo. Santiago Carranza. Verdad o consecuecia. Puta madre...


Cuando entré y lo ví a Santi ordenando sus cosas en el que siempre fue nuestro cuarto de chicos fue bravo. Sé que no estaba bien y supongo que nada de esto le debe ser fácil. Nos dimos un abrazo, quizá más fuerte que del día del sepelio de papá. Lo noté muy bajoneado. Traté de sacerle algo pero me dijo que prefería esperar a Alan. Quería contarnos a los dos algo que sólo nosotros podíamos ayudarlo. Le pregunté si quería un café mientras esperábamos y me dijo que sí, dale Horacio, vendría bien.
Cuando fui a la cocina, todo ma cayó encima. Los recuerdos alrededor de esa mesa. Me quedé un minuto inmóvil. Como perdido. Un shock. Un nudo en la garganta. Como pude busqué en la alacena el café, el filtro, y puse la cafetera a funcionar.
En un rato algo fuerte se venía. Siempre que Santi siente cosas fuertes las siento yo también, como si fuéramos gemelos.


Horacio. Santi. Que lindo verlos acá. ¿Y Santi, me vas a contar lo que te pasa? Soy tu Padre te puedo ayudar, sabés que siempre estoy.
Pero qué boludo, sino me escucha. ¿Mamá cómo se hace esto? Vos estabas ahí muchas veces cuando las cosas me iban mal. Lo sentía. ¿Ellos sentirán, que esoy acá?


Entrando en la cocina, con el olorcito del café que se va haciendo, Santi me pregunta si siento frío. Bah, que él siente como escalofríos. Me miró serio. A mí me pasa muy seguido desde lo del Viejo, le dije. Será… Y se hizo un silencio. Nos miramos fijo. Como que los dos pensábamos lo mismo. El Viejo. Santi soñaba mucho con Él me contó. Yo no. Pero sentía que por momentos alguien me obserbava. Me daba vueltas en la calle y todo, para chequear. Obvio, nadie me miraba. ¿Me estaba volviendo paranoico?


La llave. Siempre acá. No me dejaron afuera como otras veces estos turros. Alan, el raro, el freak, el picotudo. Siempre me jodían con eso. No es mi culpa tener plata y ellos no.
¿Olor a café? En la cocina seguro, como siempre. Era el lugar preferido de todos. Y el sillón del Viejo, de sólo Él, el que está en el living y nos quedábamos hasta tarde viendo alguna peli que nos alquilaba en el videoclub de la esquina, todos encimados. La de veces que nos peleábamaos por usarlo, aún estando el grande al lado. Pero era ese sillón. Ahí estaba. Solo. Vacío.
Como mi estómago. No había comido nada en todo el día casi. Apenas desayuné unas tostadas. Mamá me dijo que estaba preocupada porque no comía nada estos días.
Está un poco hincha huevos. Carlos no sabe cómo manejarla. Está raro todo en casa estos días. Como que esas heridas que parecía habían quedado cerradas, se abrieron otra vez. La culpa. Eso tienen. Y al que joden es a mí, como siempre. Me tienen harto
los dos. Creo que le voy a decir a Santi que me vengo acá un tiempo con él. Despúes veré en comprarme algo en Puerto Madero. Pero el clima de casa es insoportable. Me asfixia.


¿Cómo que te asfixia? Alan tu madre está preocupada y Carlos hace lo que puede. No la dejes sola ahora. Alan, escuchame… carajo. Para qué sigo hablando. Parezco un loco. Todo esto es loco. Eugenio, no estas en el Purgatorio ni ocho cuartos. Un loquero. Eso es donde estás.



Alan (asomándose por la puerta de la cocina): -Hola. Perdón por la tardanza. Panamericana estaba insoportable. Como siempre. ¿Quedó café?

Santiago (mirandolo sorprendido, como tratando de descubrir algo): -Sentáte, todavía le falta un toque, recién lo puso Horacio. ¿Cómo estás? ¿Eugenia? ¿Carlos?

Horacio (le lanza una mirada de desaprobación a Santiago por la pregunta): -No empieces Santi, por favor, dejalo tranquilo.

Santiago (sorprendido): –Sino dije nada malo. Solo pregunté, ¿no puedo preguntar acaso?

Alan (son gesto sobrador): –Dejá, sabés cómo es…

Santiago (levantando la voz): -¿Así que vos sabés cómo soy? Mirá no sabía que en Esperanto daban Psicología… o era en Ink…

Horacio (cansado y poniendo orden): -¡Basta! La cortan los dos. Por una vez al menos. Hablemos como personas adultas. (Alan lo mira como sino se sintiera aludido) Sí, adultas Alan. Ya no sos un pedejo. Yo a tu edad…

Alan (sin dejarlo terminar y con ironía): –Habla al país Horacio Carranza, hijo ejemplar con carrera ejemplar, pero medio pelo como todos en esta familia. Menos yo, obvio. Ni sé para que carajos vine…

Santiago (en voz alta y cortante): –Por que quiero hablar con los dos. Para eso les pedí que vinieran.

(Alan y Horacio lo miran expetantes y a coro…): –Y hablá de una vez entonces…

El café ya estaba hecho. Horacio se para, busca las tazas y empieza a servirlo. Santiago busca la azucarera. Alan sigue sentado. Silencio largo y tenso.

Santiago (después de tomar un sorbo y los demas haciedo lo mismo mientras lo miran): –Bueno, como les dije los otros días, estoy pasando una crisis con Merceces. Y necesito que mientras se resuelve el tema de la sucesión, quedarme un tiempo acá, y después vemos qué hacemos con la parte de cada uno. Papá siempre nos dijo que esta casa quedaba para nosotros. Pero por un tiepo les pido, si están de acuerdo, vivir acá…

Horacio (interrumpiendo): -¿Pero por cuánto tiempo? ¿Qué, no vas a volver con Mercedes o terminaron? Por mí quedate lo que necesites, por ahora yo al menos no quiero venderla. De última te vendo mi parte…

Alan (riendo, sarcático) : -Te vendo mi parte… Con la fortuna que tenés vos… No te vendría mal…

Horacio (enojado): –Calláte idiota. Estoy tratando de ayudar a tu hermano.

Alan (más ironico): –Por poco y falta que caiga un tasador Horacio… No me hagas reir…

Santiago (enojado) -¿La cortan? (se miran entre los tres, con tensión) Bien. Lo de la casa te lo agradezco Horacio. Y si vos (mirando a Alan) me querés vender tu parte no hay problema, ya veremos cómo queda todo lo legal del viejo. Hay que hablar con el Contador. El Abogado. Las cuentas, la Prepaga…

Horacio (comprensivo): –De eso me encargo yo Santi, quedate tranquilo.

Alan (riendo) –Cierto que el señor ahora tiene influencias…

Horacio (a Alan) –La podés cortar nene.

Santiago (queriendo cambiar de tema) -En realidad lo que menos me importa es eso ahora. Les pedí que vinieran... Tengo un problema y ustedes me pueden enteder y aconsejar es…

Horacio (interrumpiendo) -¿Mercedes? De eso, de lo que pasó entre ustedes... ¿Pero que pasó?


Y ahí parado al lado del lavarropas escucho cómo Santi le empeieza a contar de una película que vió y lo excitó, de un tipo, de cicatrices, sadismo, y que sentía cosas que no entendía y que estaba confundido.
Y que Mercedes leyó un mensaje de texto de un chabón que le ofreía coger con él. Hacía como un mes que no tenía relaciones con ella y creía que andaba con otra. Y no sé cuantas huevadas más.
No lo puedo creer, mis tres hijos putos.
Santi, yo que esperaba que me dieras un nieto, que el apellido Carranza no se perdiera y me salís con esto.
Agradecé que estoy muerto, sino… sino… me muero ahora mismo…

jueves, 23 de junio de 2011

Gustavo Cerati - CASA

Casa

No Eugenio. Todavía no. Tenés una misión que debés cumplir antes de seguir. Ellos ahora te necesitan. Más que nunca. Ayudalos. Es todo lo que te puedo decir ahora.
Así de tajante fue Mamá, cuando ya finalmente fuera de mi cuerpo y a su lado dispuesto a ir con ella, vuelvo la vista a mirar la escena, todos a mi alrededor llorando y yo ahí, inmóvil. Inerte. Volví para preguntarle algo más y ya no estaba Mamá.
Desde entonces me la paso deambulando tras ellos. Es raro. En un momento estoy con Santi y pienso en Horacio y al instante estoy ahí, cerca suyo. Lo mismo con Alan.
Así de apoco fui armando ese rompecabezas que fui viendo cuando iban llegando a la Clínica.
Ya sé que Santiago se peleó con Mercedes aunque no tengo del todo claro qué es lo que pasó. En el funeral, mi funeral, Santi le dijo a Horacio que si él no tenía problemas iba a necesitar vivir un tiempo en mi casa. “La casa del viejo” le dijo. Que despúes iba a hablar con Alan, más que nada por el tema de la sucesión y todo eso. Siempre lo miró feo Santi a Alan. Creo que le tiene envidia. No sé porqué, pero es lo que me parece cada vez que lo escucho hablar de su hermano. Bueno, digamos que de chicos nunca se llevaron, caso distinto con Santi con el que siempre fue más compinche. Y le dijo algo mas. Nos encontramos mañana a la tarde ahí en lo del viejo. Y de paso hablar con nosotros. Que nadie mejor que ellos, sus hermanos lo entenderían. ¿Entender qué? Qué pasó para que santi se valla de su casa. No entiendo por mas que le doy vueltas. Eso sí cuando pienso en Mercedes no voy allí. Se ve que la conexión las tengo con mis hijos. “Ellos te necesitan”. Me retumba una y otra vez. Tal vez por eso solo puedo ir donde están ellos y mi casa.
Y acá estoy esperando, entre mis cosas que ya no me sirven. Ni comer puedo. Bueno, no tengo hambre tampoco.
¿Será esto el famoso Purgatorio? Como sea, soñlo cuando los tres estén acá voy a saber la verdad de la milanesa.

Llegar acá después de tanto tiempo. Al menos voy a dormir en mi cuarto y no en ese hotel de paso por que estuve estos días. Al menos pude pasar por casa y que no estuviera Mercedes, y asi poder traer la ropa y algunos libros y cds. Por ahora ninguno de los dos tine animo de hablar. Solo nos mandamos mensajes con lo justo y necesario para decir. En algún momento vamos a tener que hablar. Pero primero lo primero. Arreglar y entender el menjunje que tengo en la cabeza. Menos mal que la llave que ponemos atrás del buzón siempre está ahí. Abro y la dejo de nuevo, adentro deben estar las mias todavía. Dios cuantos recuerdos viejo. Tu olor, inconfundible del jabón, el dentífrico, la colonia. Todo está dando vueltas como si estuvieras acá todavía. Qué grande ychica al mismo tiempo me parece ahora.
Mi cuarto igual a como lo dejé cuando me fui. Siempre el viejo quiso que conservarlo asi el de cada uno. Siempre iba a ser nuestra casa a la que podíamos venir cuando quisiéramos y seríamos bienvenidos. Eso sí. Nada de caer de soropresa. Siempre con algún huesito, no quería pasar vergüenza. El viejo. No pueo creer que te hayas ido. Justo cuando más te necesito.

Mierda, nunca hay un puto lugar donde estacionar en este Barrio. Siempre le dije a Papá que tendríamos que hacer un garage,y que lugar había adelante, a la izquierda de la casa. Le poníamos un techito y listo. Pero no. No tenía auto y no iba ponerse en gastos con algo innecesario, aun cuando Santi primero y después yo nos compráramos uno. Y después el se terminó comprando también. Pero no. No hubo, ni creo que haya garage. Sí, definitivamente necesita una mano de pintura mínimo. Y ya. Y otra de antioxidante en todos los hierros. ¿Qué descuidada la tenia el viejo? Aunque adentro. Adentro es otra cosa. Siempre le gustó la comodidad y vivir bien. Muebles antiguos pero de estilo y alguno que otro moderno, para impresionar a las pendejas con las que salía en el último tiempo. No querí parecer un viejo gagá, fuera de onda. Karina. Que personaje la piba esa, una de las últimas que le conocimos. Cero en neuronas. Pero diez en culo y tetas. Las perdición de siempre de Él. A ver si… Sí, acá está la llave donde siempre. ¿Habra llegado alguien?

No Leo gracias, prefiero ir solo. No sé que quieren estos ahora. Mas que nada Santi, que necesitaba hablar con nosotros, está muy misterioso…
No dale voy solo, me tomo un taxi y en un rato estoy ahí. Cuando termine te llamo, dale. Beso…
Leo. Todavía no sé cómo de la noche a la mañana estás conmigo y ni siquiera hayamos cogido. Ni hablado de coger. No entiendo. Ni a vos, ni a mí. Me desconozco. Bueno de seguro pensarás en que estoy mal y todo eso y no querés ser desubicado. Siempre el yerno perfecto vos. Pero te morís por partirme al medio y yo en dejar que lo hagas. Pero ni un beso en la boca. Nada. Solo miradas. Y tus brazos alrededor de mi hombro siempre. No, otra vez con eso del amor no mi amor. Otra vez no. Cuanto antes deje eso en claro mejor. Sí. Después de ir a lo del viejo te llamo y hablamos de una vez qué te pasa conmigo. Yo lo tengo claro. Nada de enamorarme. Ni de vos. Ni de nadie. Soy mío y solo mío.
Dios qué fea está esta casa. Cero glamour, una porquería. Menos mal que a los doce le dije al viejo que no quería venir más acá todos los fines de semana. No le gustó ni medio, pero no dijo mucho. Pero que al menos dos sí. El resto lo pasara en lo de mamá si quería. En realidad quería estar en lo del profe de Educacíon física. Y qué educación tuve. No quería que para nunca. Y nunca paraba. Le decía a mamá que iba lo del viejo y me iba para el depto del Profe. Todos pensaban en su barrio que éramos padre e hijo. Si hubieran sabido. Mejor no, sino terminaba preso Él y yo sin mi dosis de sexo quincenal.
Y si, hay cosa que no cambian. La lave sigue como siempre en el mismo lugar. Pero parce que llegué último.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Madonna - Jump [Confessions Tour DVD]

Hermanos.

Estar de luto. Lo último que haría en mi vida. Y no puedo creer que mi vieja ande de negro. Ayer, vaya y pase. Era el entierro. Pero que todavía la siga con el circo. No lo entiendo. Yo ni en pedo voy a andar de negro. Si no hablábamos nunca con mi viejo. Y mucho menos nos entendíamos. No es como con Horacio, el favorito siempre, el compinche. Nunca le gustó que mi vieja me diera todos los gustos. Vivían discutiendo por eso. No salgas tanto de noche. “Estudiá. Pensá en tu futuro. Bla, bla, bla.” Tengo la vida asegurada y hago lo que quiero. Además venir a darme consejos a mí. Después de todas las cagadas que se mandó. No señor. Yo hago lo que quiero. Si te gusta bien y sino ya sabés a dónde te podés ir.
La puta que me parió, de qué carajos lloro. No Alan. No seas boludo. Demasiado fue que te viera Leo llorar. Basta. Si no te importaba el viejo. Sí, no me importabas sabés. Yo no te importaba. Nunca me quisiste ni un poquito. Nunca.
Basta. No sigo más con esta pelotudez.
¿Qué me pongo? Sí éste pantalón y ésta remera amarilla de South Park. Justo que Santi los detesta. Espero no se les ocurra a ellos andar de luto. No sé todavía para qué quieren que nos reunamos en lo del viejo. Que se encargue otro se sus cosas. Le voy a decir a Carlos que vea él el tema del testamento y eso. Yo no quiero saber nada de meterme con papeles o firmar nada. Además esa casa no me trae buenos recuerdos.

Qué chica que parece. No me había dado cuenta de eso. Las marcas de la pelota cuando jugábamos con Él y Alan. Los postigos que siempre nos hacía cerrar todas las noches. Qué gastado está todo. Las paredes sin una mano de pintura en años. No le dió mucha bola papá a eso. “Lo importante es lo que hay adentro, quiero que ésta casa sea el hogar. Nuestro hogar” Trató siempre de que sintiéramos la casa como nuestra, aunque viniéramos los fines de semana o a veces un rato en la semana a merendar. Con Horacio y Merchi veníamos cada tanto a cenar o algún domingo a almorzar. Ninguno de los tres pudo igualar los asados de papá. Bueno en realidad a Alan la cosa de familia, salvo por el lado de Eugenia, no le importó mucho que digamos. No tenemos la plata que tienen ellos. El día que se dio cuenta de eso nos empezó a ignorar. Y le llevaba la contra en todo a todos. Pero más a papá.
Está todo como la última vez que vinimos. Ese día había comprado un corderito y le salió delicioso. Cuando llegamos hacía horas, temprano, había empezado a prepararlo. Fue llegar y sentarnos a comer. Tal vez no fue el mejor marido. Pero a mí siempre me pareció el mejor papá del mundo.

Por fin dejó de llover. Ya me estaba hartando de tanta lluvia. Los tres juntos. Eso es lo que quería papá. Costó convencerlo a Alan. Menos mal que con Santi pudimos con los años llevarnos bien. Pero Alan es imposible. Caprichoso e insoportable. Siempre presumiendo. El día que me vió con Gabriel me dijo sin importarle que él lo pudiera escuchar “¿con ese gordo estás? Que bajo caíste hermanito.” Mercedes no lo soporta. Mercedes. Qué es lo que pasó. No pudimos hablar bien todavía con Santiago, tranquilos. Se pelearon, pero no sé bien porqué. Lo único que me dijo, es que sea muy probable que se vaya a vivir a lo del viejo, y solo, siempre y cuando los tres estuviéramos de acuerdo. Por mí no hay problema, no vendería la casa por nada del mundo. Es lo único que nos queda del viejo. Dios, entrar y ver sus cosas. Que difícil va a ser decidir qué vamos a hacer con la ropa y algunos muebles. Bueno por ahí los muebles los quiera Santigo. A él que le gusta el arte y todo eso siempre le pareció un sueño la casa así como está. No me extrañaría que Alan lo primero que piense sea en venderla. O peor. Que ni le interese. Al menos al intentar venderla demostraría algo de interés.
Gabriel. Menos mal que estuvo acá. No me gustó mucho tener que llevarlo a Aeroparque. Pero bueno, tenía que volverse. Ya le estaban haciendo muchas preguntas. De su estudio y de Esteban. Yo no sé porqué todavía sigue con ese.
El viejo quería que lo dejara, que no le gustaba ni medio. Todos los políticos son iguales me decía.
Qué hubiera opinado del taxista, de Gustavo. Cuando se fue Gabriel le mandé un mensaje. Todavía no me respondió.
¿Dónde mierda estaciono?


"JUMP" de Madonna acompana el capitulo "Hermanos"

miércoles, 18 de mayo de 2011

The Smiths - "How Soon Is Now?"

Tan rápido.

Familia. Esa palabra me sonaba una y otra vez. La última vez que había hablado con él, me había dicho que dejara a Gabriel. Era Gabriel ahora el que manejaba por la Panamericana de regreso del cementerio. El que me contuvo a mí y a todos.

Esas horas posteriores fueron surrealistas. Laura y Emilia lloraban juntas. Una imagen impensada jamás. Enemigas desde el momento en que se cruzaron en la cocina de mi mamá, ahora lloraban por el hombre del que alguna estuvieron enamoradas y llenas de felicidad.

Con Santiago también llorábamos. De chicos pasamos muchos fines de semana juntos. Estábamos acostumbrados al llanto del otro. Gabriel y Leo miraban desde afuera. Alan era el más frío. Apenas lagrimeaba y trataba de disimular el dolor. O eso creía yo. Siempre fue el más rebelde de los tres y el que más hacía enojar al viejo. Si papá decía blanco, Alan decía negro. De gusto. Solo cuando Leo se acercó a abrazarlo, se soltó en sollozos, como un nene, entre sus brazos.

Santiago era el que más solo estaba. Recién cuando empezamos a hacer todos los trámites en la Clínica me contó que habían discutido con Mercedes un rato antes de salir. Eso sí, no me dijo nada sobre el porqué de la pelea. Y tampoco quise saber. Ya habría tiempo de hablar más tranquilos. En el Cementerio sí, estaban juntos. Pero en ningún momento se tomaron de las manos o se abrazaron. Es más, parecía incómoda, como si ése fuera el último lugar en que hubiera querido estar.

Leo no se separó del lado de Alan un segundo. Siempre orgulloso y pedante, ahora se lo veía frágil. Pero nunca con la cabeza baja.

Emilia y Carlos cuidaban las formas. Amigos desde siempre con papá, Carlos siempre sintió que lo había traicionado, pero se había enamorado de María Emilia. Y en pleno divorcio no lo ocultó más, y fue el refugio que encontró ella, aunque muchos dejaron de hablarles a los dos por mucho tiempo. Aún hoy, el pésame hacia con ellos fue más un compromiso que algo sentido de parte de los que fueron.

La gran ausente fue mi madre. Ya pasaron dos días y no sabe nada de nada. Y no sé todavía cuando voy a ir a verla. Tal vez mañana. Sí le avisé a su psiquiatra, para ponerlo al tanto para que cuando vaya me acompañe y manejar la situación que puede ir para cualquier lado.

Ahora de regreso a mi casa tengo un nudo en el estómago. Me sorprendió que Gabriel dejara todo de lado para acompañarme. Apagó su teléfono y derivó todo a su secretaria. Hasta nuevo aviso no me iba a dejar solo. Siempre había sido poco demostrativo en cuanto a afecto se trata. Los dos a decir verdad. Pero era nuestra forma de llevarnos. Nunca un “te quiero”. No era necesario. Los hechos de uno hacia el otro eran mucho más contundentes que las palabras.

Las gotas golpeaban el parabrisas. Desde aquella noche no había dejado de llover, más fuerte o débil, pero nunca paró. En el ir y venir del limpiaparabrisas, de repente, me acordé de Gustavo. De sus ojos verdes. Por Dios, esos ojos. Y esa última mirada antes de bajarme del taxi en la puerta de la Clínica. Llena de bronca. Por verme tomar el taxi en la misma esquina donde me había dejado y encima acompañado. Y no pude evitar excitarme. Sí, en el momento menos oportuno, lo reconozco, pero no puedo evitarlo. Y trato de hacer memoria ahora de dónde dejé la tarjeta que me dio.

"How soon is now?" de The Smiths, acompaña este capítulo.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Avril Lavigne - " I'm With You "( sub esp)

Así (parte dos)

¿Mamá?
¿Y ése quién es?
¡Papá!
¡Gooooooooollllllll!
Abuelo Ignacio... Al última vez que te ví fue... ¿ahora? Abuelo, qué...
¿Horacito? María Laura porqué...
El diploma, qué día. Mamá, los Abuelos, mis Tíos...
Sí quiero... pero esto es cuando me casé con Maria Emilia… en Paraguay… Santiaguito, bebé… no. Eso fue el día que dijo “Papá” por primera vez.
No Emilia, no, qué hiciste...
¿Carlos, mi ex abogado? Eso pasó el día del divorcio con María Laura.
Y ese el del divorcio con María Emilia... Santi, no papá, siempre va a estar...
Eugenia. Qué hermosa. Esa noche en Pinar cuando...
Abuela… No abuela Angélica… No no tevayas… otra vez, no…
Eugenia, con panza. Alan. Alancito... Sí, dale pateá, pateá... no bien hijo, bien, así se hace...
Carlos... Eugenia... Fueron Capaces... Fui un estúpido. Cómo no me di cuenta antes.
No, otro divorcio. No mas papeles.
No frena, carajo no frena...

...
...
...

¿Dónde estoy? Y este pasillo es...
María Laura qué hacés acá, porqué estás así, qué mirás...
A... ¿Mí?
No Laura, ése no soy Yo. Estoy acá no me ves, al lado tuyo...
No me escuchás... Laura. Laura.
Santi, Santi, menos mal que estás acá, decíle a tu madre que estoy acá.
¡Pero que carajos pasa que nadie mes escucha!
Decíle, Santi. ¡Alguien por favor que me escuche!
Eugenia, qué hacés acá... Cómo que te avisó Alan. Alan dónde está…
Alan, hijo. Me podés decir qué pasa, qué le dijiste a tu madre. Y Éste, quién es.
Y esas caras, no, no lloren no qué hacen...
Alguien me puede decir qué pasa acá. Hola. Hola hey. Hola.
Horacito. Viniste con Éste tipo. Te dije que no lo veas más. Que la cortes. Horacio. ¡Horacio, soy tu Padre carajo!
Doctor Mendieta, menos mal que está usted, digame qué pasa.
Oiga. Oiga. Qué coma. Yo no estoy en coma. Estoy acá. Ése no soy yo. Yo estoy...
Mamá... Mamá... Pero vos, vos estás... No, no, no, no. ¡Nooo! Yo no estoy... ¿Qué vaya con vos? Ma... Ellos... Yo... Mamá...

4.35 AM. Este día no sería uno mas para ninguno de nosotros. Laura y Eugenia que nunca se soportaron, parecen haber dejado de lado todos los rencores. Al menos por ahora.
Con Gabriel fuimos los últimos en llegar. Gustavo nos trajo volando. Se lo veía enojado. Igual, ahora es lo que menos me importa. Ya fue.
Alan estaba con Leo. Qué grande que está este pibe. Qué hace Alan con Leo. Desde la secundaria no los veía juntos. ¿Volvieron? ¿Alan de novio?
Santiago, solo. ¿Dónde está Mercedes?
Qué raro está todo hoy.
El Doctor Mendieta nos acaba de decir que el estado de Papá es grave. Muy grave. Que lograron estabilizarlo y lo dejaron en coma farmacológico. Traumatismo de cráneo. Perdió mucha sangre y las heridas internas son severas. Al menos no tuvieron que darle respiración artificial. El pronóstico que nos puede dar ahora no es de lo mejor. En unas horas lo pueden sacar del coma y así poder despertarlo y hablar con él o al menos hacer el intento, que no nos garantizan nada y que puede llegar a sufrir mucho, por los dolores, aunque tuviera una mínima dosis de morfina. Estaba en nosotros decidir qué hacer. O esperar unos días y hacerlo.
Nos dejó solos. Nos miramos entre todos tratando de entender. Tratando de ubicarnos. Hace mucho que no estamos juntos con mis hermanos. Hace más de un año que si hablamos unas pocas veces o nos vimos una que otra, es mucho. Ni hablar de Laura o Emilia. ¿Cómo lo tomará mi vieja? ¿Cómo se lo voy a decir? ¿Sabrá de lo que le hable? No sé que voy a hacer. Tal vez vaya mañana. Ahora de acá no me muevo.
Gabriel y Leo, tratan de acompañar como pueden y nos dejaron solos para que pudiéramos hablar. Iban a conseguir unos cafés.
Papá logró reunirnos a casi todos. Algo que nunca lo hubiera imaginado. Pero de qué manera.

Cerca de las ocho comenzaron a sacarlo del coma. Una hora tardaría en reaccionar, si es que eso pudiera pasar. Podía ocurrir que no sobreviviese y un paro cardíaco llegaría en pocos minutos después de despertar, y que los dolores serían insoportables. Aún así, queríamos que sepa que estábamos ahí unos minutos, ver si podía hablar, o al menos que nos escuche. Y volver a ponerlo en coma.

Y así es. Acá estamos todos Papá. No, no hables. No hables. Queremos que sepas que estamos acá.
Así de a uno todos le hablamos, pareció por un momento darse cuenta que todo estaba mal, que Él estaba mal. Sin embargo se lo veía sereno. Nunca lo ví así. La última en hablar fue Eugenia. Papá la miró y después a mí. Como preguntando por mi vieja. Le dije que mi vieja le mandaba un abrazo (mentí) y que no la dejaban salir. Sonrió. O me pareció que sonrió. Nos miró a todos.

...
...
...

Mamá ellos… ellos... ¿Dónde están? No ése no soy yo. Les digo que no...
¡Mierda! Sí soy Yo.
Ay Dios qué dolor...
Mamá, Mamá, me duele, Mamá dónde estás, Mamá...

...
...
...

Horacito, hijo, sí ya veo que están todos, pero yo estoy bien. Ví a mis Abuelos. A tus Abuelos también. Y te ví con Gabriel, qúe te dije Horacito…
Alan, Alan, porqué estás así, esa cara... Saliste anoche ¿no?
Laura, desde qué hora estoy acá. Vos desde qué hora estoy acá. Lo último que me acuerdo es que no andaban los frenos. Sí, siempre me decías lo mismo, que un día me iba a dar contra un árbol. No se contra qué me di, pero me di feo.
Eugenia, mi amor. Porqué lloras, no llores, mirá que las arrugas te van a hacer mas linda y voy a volver a intentar estar con vos otra vez. Porque yo estoy bien.
Horacito, Laura, tu mamá… Claro me imagino. No, no es cierto Horacito, no hay problema, Ellla está só por mí. Está bien así. No te preocupes. No se preocupen. Dios como me duele todo, quiero hablar, decirles algo... Decirles que estoy bien...

-(Con voz entrecortada y con mucho esfuerzo con pausas para tomar aire entre palabras) Estoy...
Bien...
Voy a estar...
Bien...
Todos...
Acá...
Mamá...
Mirá Mamá...
Acá están todos...
Tus nietos Mamá...
Chicos, no se separen...
No se separen...
No hagan lo que...
Yo hice...
Con ustedes...
No les di una familia… (tose y le falta aire)
(con voz aguarrentosa) Ustedes son Familia. Fa-mi-lia...
Mamá mirá...
Mi familia (tose y la respiración se le acelera)
Fa-mi-lia…
(un suspiro, el último)

_____________________________________________________________________________________

"I'm with You" de Avril Lavigne acompaña este capítulo.